La educación y la cultura nos hace libres, por eso quieren abolirla o ponerla a nivel de principios del siglo XX, quieren que sepamos lo básico, leer, escribir y las cuatro reglas.

Las últimas declaraciones de la «lideresa» y de la segunda del «gallego tranquilo» sobre la Educación, marcan directamente el futuro que nos depara con un gobierno del partido de las gaviotas (animales voraces y carroñeros), ambas personas divulgan un mismo discurso con aportaciones particulares.

Hablan de reformar la educación, pero lo que en realidad pretenden es su destrucción, porque cultura es revolución y a los gobiernos títeres del capital les espanta la posibilidad de un pueblo con preparación y criterio, el arma más poderosa contra la intransigencia, los abusos, la dictadura, la marginación.

Pregonan que la huelga de los profesores es política, hay que recordarle que política es todo, y lo que hacen es responder a la definición de política que es: «Criterio o directriz de acción elegida como guía en el proceso de toma de decisiones al poner en práctica o ejecutar las estrategias, programas y proyectos específicos del nivel institucional», lo que están utilizando los especuladores y sus representantes políticos para recortar partidas en la educación obligatoria.

Se quiere condenar a las nuevas generaciones a una educación miserable, el comienzo del fin porque por aumentar las diferencias sociales y culturales, multiplicando la marginación, asentando la pobreza, borrando las esperanzas; estamos inmersos en una auténtica contrarrevolución social, la juventud será condenada al paro como mano de obra de reserva para el capitalismo, potenciarán unas condiciones laborales infrahumanas como en  los países orientales, y sin garantías sociales.

Los que tengan una excelente capacitación lo harán en condiciones también precarias, como becarios o en prácticas hasta los 33 años, su horizonte se fija en los 50 años, a partir de ahí vivirán amenazados por la posibilidad de quedarse en paro y en alcanzar una pensión digna hasta los 67 años, la frontera de los 50 es el momento en que las empresas lo utilizarán como espada de Damocles, con la posibilidad de ser sustituidos por las nuevas generaciones de aspirantes más baratas, para así reducir costes e incrementar beneficios; ante ese temor serán sobreexplotados en su trabajo por la ampliación voluntaria de horas extras intentando evitar su sustitución, en esas condiciones no se vive, sólo se sobrevive.

Llegará un momento en que las condiciones de los contratos de trabajo no cumplan las garantías de conseguir los 37 años para la pensión de jubilación, y los asalariados optarán  como aportación extra lo que cotizan por ellos las empresas a la SS, si no lo hacen antes, esto conllevará la desaparición de las pensiones, la atención médica, prestaciones sociales,  contrataran seguros particulares para cada modalidad, y en el 2050 alguien mirará atrás con nostalgia.

Debemos de poner fin a estas contrarreformas y alzarnos como una sola voz, el futuro está en juego.

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