En estos momentos y por motivo del ponzoñoso COVID, la burocracia del Estado se puede
convertir en un aliado para la expansión del mal y sus consecuencias mortíferas.
Todo empezó en febrero del 2020, cuando se convocaron los exámenes a las oposiciones a nivel nacional en Madrid y más de 10.000 opositores, aparte de los acompañantes, se reunieron en diversas universidades para tal fin, muy poco se sabía del COVID, pero los opositores pudieron ser transmisores de contagios o de contagiarse sin saberlo, fueron desde todos los puntos de la piel de toro y sus ínsulas, hacinados durante horas en pleno invierno, dentro y fuera de las distintas facultades. Sigue leyendo
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